Fidel Puig y Santiago Rebés han asentado, como no podía ser de otra manera, su magnífico proyecto de gastronomía posibilista. Hasta tal punto, que el restaurante está siempre lleno, doblando las mesas todas las mañanas. La explicación es bien...
Restaurante clandestino -y tanto que clandestino- con cautivador ambiente, muy particular, misterioso, italianísimo, al que algunos tildan de “mafioso”. Tiene gracia y encanto.
La cocina está asesorada por un número uno de la restauración de la Ciudad Condal: Jordi Vila, del Alkimia. La carta ofrece platos populares trasalpinos, impregnados del refinamiento y colorido propios de la alta cocina, sin perder por ello un ápice de identidad, sencillez, pureza, ligereza… Italia en estado puro.
El menú ha de centrarse en apartados típicos: ensaladas, carpaccios, pizzas, pastas y risottos. Entre las primeras, está muy bien la burrata de vaca con tomates mottichella, aceitunas kalamata, albahaca, aceite de oliva virgen Furgentini, vinagre de Módena 18 años y flores de sal; plato ciertamente cremoso y gustoso. No menos apetitosa resulta la caprese; una versión elegante, liviana, bella y ocurrente de la fórmula ligur. Todas las pizzas se distinguen por la nobleza de la masa madre, mostrando finura y consistencia la corteza. Luego están los títulos: margarita, marinera, ses illes, ibérica, americana, de mozarella y panceta… es ya una cuestión de gustos, pues los realces son siempre selectos y aparecen perfectamente dispuestos. Parecido podemos decir de los espaguetis, llámense como se llamen, resultando inolvidables los que se enriquecen con botarga y salsa de limón. Impecable de textura y sabrosura el risotto, que sabe a arroz y sin dejar de saber a arroz también a alcachofas, panceta, jamón ibérico y pesto. Resuelto con la maestría que caracteriza a Jordi Vila el bacalao con caponata, guiso siciliano de verduras enriquecido con aceitunas, alcaparras, anchoas y vinagre. La tagliata sale vestida de diseño y seda: láminas de entrecotte de vaca con romero y aceite de oliva sobre un fondo de berenjenas escalibadas, alcachofas plancha y hojas de cebollas a la sal; por encima del bien y del mal. Igual que el tiramisú, de una delicadeza y armonía impresionantes.