El Piamonte tiene una aportación mundial a la dulcería del chocolate, su maridaje con la avellana. La gianduia ha conquistado el universo gastronómico. De cuanto se ha elaborado con esta conjunción, he aquí la golosina más conseguida. Logradísima...
Lograda. Responde plenamente a las expectativas. Sabe a marisco (25% cigalas, 15% bogavante, nécoras y langostinos) y a hortalizas, en un consumado equilibrio. No peca de fuerte, ni de una profunda extracción, lo que suele ser muy común, deparando un tono astringente y “arenoso”. Muy al contrario, tiene nobleza y elegancia, refinamiento, sin que sobresalga nada que no sea la identidad pura que se espera de una sopa de mariscos.
Se puede comer sola tras calentar dos minutos suavemente. Se puede ilustrar con almejas, gambas, rape, patata, fideos...Confeccionar un caldero, una fideuà y hasta un arroz caldoso o seco. En fin, que ofrece una gran versatilidad: plato acabado, enriquecido, fondo de otras recetas.