Fidel Puig y Santiago Rebés han asentado, como no podía ser de otra manera, su magnífico proyecto de gastronomía posibilista. Hasta tal punto, que el restaurante está siempre lleno, doblando las mesas todas las mañanas. La explicación es bien...
Esta antigua sidrería situada en la serpenteante carretera que discurre entre Ribadesella y Junco y que ha sido reconvertida en bonito restaurante con comedor en ladrillo visto, grandes ventanales y confortables mesas elegantemente vestidas, continúa siendo un destino gastronómico muy recomendable, más aún cuando la cocina regional española reverdece laureles. Como propietario y factótum del establecimiento ejerce José Manuel Viejo, que personifica la inteligencia y el buen hacer de la sala, mientras que en la cocina, su esposa Rosa Luz Rui-Sánchez y su hermano Alejandro recrean a la perfección algunas de las mejores recetas asturianas y españolas, que han sido actualizadas con gran armonía y buen gusto. Las claves de su trabajo son una gran calidad en los productos del mar y la montaña que emplean, la encomiable exactitud de los puntos de cocción escogidos y la autenticidad de su sabor, a lo que se añade esa exquisita delicadeza que sólo está al alcance de unas pocas cocineras.
El menú ideal debe comenzar por alguno de los privilegiados productos a los José Manuel Viejo tiene acceso y cuyas indicaciones es recomendable seguir, como la colosal tosta de jamón Joselito con tomate y aceite de oliva, los excelentes percebes, exagerados de tamaño y sabor, las sabrosas andaricas (nécoras) o los deliciosos camarones. A continuación es interesante catar alguna de las actualizaciones de platos populares españoles, como la potente porrusalda, el buenísimo pulpo a la gallega con alioli y patatas chips que proporcionan un llamativo contraste de texturas, los rústicos calamares fritos con ajo, las sibaríticas combinaciones de croquetas de manzana reineta con hígado fresco de pato o brochetas de boletos en tempura con crema de espárragos trigueros y el rústico huevo escalfado con pantrucu y picadillo de chorizo. Y, por supuesto, alguno de los excelentes guisos de la casa como la suculenta marmita de bonito o la fabada, que, en lugar de emplear fabes frescas congeladas, aquí se borda a partir de unas magníficas semillas secas, muy cremosas y sin rastros de hollejo. Para finalizar el festín, algunas espléndidas alternativas son la merluza de pincho, ya sea a la plancha, o con almejas, el magnífico lechazo asado al horno, de carnes mantecosas y crujientes, o el estupendo pichón sangrante con puré de sus interiores, de enorme sabor y justeza de hechura.