8

Laite


Fabrizia Meroi
País: Italia
Localidad: 32047 Sappada - Plodn (BL)
Dirección: Via Hoffe, 10
(+39) 0435469070
Cierra: Miércoles y jueves al mediodía
Precio: 80/100 €
Precio menú degustación: 90 €


Esta perla de la cocina de los Alpes italianos se encuentra en la encantadora región de Sappada. Un pequeño restaurante forrado de madera que rebosa savoir-faire gastronómico. Durante la cena, Roberto Meroi, encargado del comedor, le recomendará los mejores vinos de su bodega. Se trata de un auténtico experto en enología. Hablar con él para aprender o, sencillamente, para escuchar las respuestas a sus consultas, es todo un placer.
La cocina de Fabrizia es realmente perfecta, repleta de sabores y perfumes de sus montañas y sus bosques plasmados por una mano culta y hábil.
Muy refinado, el aperitivo: barquillo de pimientos con caballa ahumada, berenjena y crema de Scamorza (queso). Entre los primores destaca el plato que declina el calabacín en todas sus formas: de la suave flor de calabaza rellena a los calabacines fritos en papillote (irreprochables), pasando por la tortilla y la crema con setas crudas en julienne.
En su mejor punto el milhojas frito de berenjenas crujientes con espuma de queso fresco y sabayón de albahaca.
Delicioso e igual de gourmand el plato de mollejas salteadas, setas y foie gras sobre crema de espinaca silvestre: suculento y saciante; ¡mejor, imposible!
Entre los primeros destacan los raviolis rellenos de yema de huevo con mantequilla líquida, parmesano, espinaca y carrilleras crujientes: de las numerosas veces que se ha intentado elaborar un plato de este tipo, ésta es la primera y única en que la cocción resulta perfecta: ¡todo un ejemplo! Insistimos en la calidad del huevo, cuya yema permanece cremosa y densa, de un color vivo y profundo.
Sin embargo, el mejor plato resulta ser otra pasta rellena: los raviolis de pintada con judías verdes crocantes y en puré. Al estar exclusivamente rellenos con pintada cocida al espetón, se trata de un plato innovador, por la pureza del relleno, sin queso, verduras, etc. Sólo encierran el sabor y el delicado aroma de la parrilla y la textura del trozo de pintada contenido en la pasta de huevo. Entre los platos de resistencia nos quedamos con la sopa de pichón (una reminiscencia de la tradición de la Venecia “pobre”) o el generoso muslo de pato lacado con ruibarbo, chalota confitada en el fondo de cocción del pato (espectacular) y brunoise de patatas apenas salteadas.
De postre, un tiramisú excelente: delicado, gustoso pero ligero a la vez, con melindros de la casa.
Un gran restaurante alejado de los caminos gastronómicos más trillados, pero capaz de sorprender y satisfacer al más apasionado de los gourmets. Un paso obligado en el arco alpino italiano.