CRISIS

Me encuentro tecnoemocionalmente deprimido. Mi consiguiere me ha dicho que la hostelería y, en concreto los restorantes –disculpen el palabro: él habla así- han entrado en crisis, y me advierte que nosotros los restauradores –otro palabro suyo- vamos a pasar más miedo que el urólogo de King Kong, por la magnitud y dureza del asunto.

Algunos colegas de profesión se han disfrazado de sirenas para surfear en la cresta del tsunami económico que arrecia, y han hecho suyo el proverbio: “al borde del precipicio sólo hay una manera de ir hacia adelante: Dar un paso atrás... “ .

Con ingeniosas (y disparatadas) propuestas pretenden seducir al personal con sus cantos. Verbigracia: “regalamos corbatas”, “coman dos y pague uno”, “importantes descuentos en el papeo”, sin detenerme en los imbéciles que han intentado sortear el coste de una operación de pecho en una discoteca valenciana...

No me queda otra que respetar sus cantos de sirena y tratar de beneficiarme de sus “superofertas” aunque no encuentro aún la manera, ya que de un tiempo a esta parte he prescindido del uso de la corbata -alguien me contó que se ahorra en aire acondicionado-, lo del “dos por uno” me suena a happy hour; y, francamente, se me pasó esa época. Y cuando mi restaurador habitual intente sobornarme con un descuento inhabitual en la factura, no me quedará otra que espetarle: “¡Caramba! Y todos estos años ¿Qué coño me has estado cobrando?
Ahora vienen a mi memoria los complicados años 92 y 93 cuando situación provocó que algunos restaurantes cerraran sus puertas (más de cincuenta en Madrid, alguno incluso con dos estrellas Michelín recién obtenidas), y otros rebajasen sus precios a menos de la mitad. Hemos inundado de polvos nuestras cocinas y, ahora, claro, han llegado los lodos.

A bote pronto no se me ocurre ningún genial remedio para paliar la debacle que tenemos encima que no sea el trabajar más, buscar el mejor producto posible, y que nuestro servicio de sala reciba a los clientes con una sonrisa. Nada más económico.

Para terminar con la perorata que les he dirigido, le tomo prestada al presidente del gobierno cubano, Raúl Castro, una frase revolucionaria (como cogió el angelito éste la casa de mis abuelos en La Habana) : “Atrás ni pa´ coger impulso...”