Japón en Sao Paulo

Llevo casi diez años viviendo en esta metrópoli brasileña llamada Sao Paulo de 17 millones de habitantes a la que tanto amo y tanto odio. Pero dejando odio aparte, una de las cosas que más me fascina de esta Nueva York de Sur América, son las sorpresas que cada día me muestra. En ella, encontramos la colonia japonesa más grande fuera del país nipón, lo que conlleva una riqueza cultural nueva que me seduce más y más a medida que la conozco mejor. Hoy os presento, el barrio oriental de La Liberdade, interesantísimo todos los días, pero en especial los domingos, donde encontramos una feria de calle con artesanía y gastronomía inusitadas. Bonsáis, lámparas, amuletos, templos xintoístas, budas, altares ecuménicos… ¡quiero todo! Los colmados son una delicia, repletos de snacks para el aperitivo, algas de todos los tipos, sojas, sakés, verduras y hierbas frescas, comiditas preparadas como guioza, fideos de arroz, lamen... Las tiendas especializadas en vajillas japonesas, me chiflan, teteras para tomar el te verde, cuchillos para sashimi, utensilios de cocina, ollas para cocinar el arroz, infinidad de palillos, un largo sinfín de cachivaches. Hay una heladería que hace tempura de helado con chocolate caliente. ¡Para morirte! Una panadería, La Bakery Itiriki que asa el kare al momento para los clientes, aquel maravilloso pan con curry relleno de verduras o pollo. ¿Queréis un kimono? Los hay de todos los tipos y tamaños, ¿un futón para la siesta? ¿Porque no? ¿Quieres un oratorio budista o un ofuró? Tú eliges.
Los domingos como ya he dicho, hay una espléndida feria de comidas típicas en el medio de plaza. Confeso que nunca me ha gustado comer de pie, pero tengo que reconocer que algunas veces tiene su gracia. La última vez que estuve en La Liberdade fue con Marcelo Tejedor en una reciente visita que nos hizo, no veas el hombre, se puso las botas deleitándose con buñuelos de pulpo, sushi de atún, brochetas de camarón, patitas de calamar, yakissobas y dulces de judías.
El barrio tiene infinidad de restaurantes, pero me gustaría hablaros de uno en particular, que también frecuenté con el mismo Marcelo, el Kinoshita de Tsuyoshi Murakami. Un figura que reza todos los días con sus funcionarios para eliminar el stress y conseguir más productividad. Sentados en la barra, no podemos parar de observar al Mura, chef que habla un portugués con acento japonés, muy simpático, de cabello azabache. Parece que está en escena, la platea le rinde confianza y se deja llevar. Miramos a nuestro alrededor, solo japanish people! Buena señal.
Empieza el festín con una ensalada que la llama Sunomono, de lichi con una vinagreta de vinagre de arroz y pepino. El Anko no Kimô, es el segundo platillo que conforma el espectáculo, hígado de rape con ponzu (soja), limón, cebollino y momi de oro, nabo rallado con pimienta roja. A continuación, Nutá de Toro, sellado con una suave capa de sumisú y yema de codorniz. La textura del toro es para no olvidarse jamás. El Nameku al limón, es una seta sabrosísima y aterciopelada, desconocida para mi paladar. Mientras Murakami no para de gesticular, muestra habilidad y técnica, preparando el siguiente plato, Misoyaki Steak, una fina carne marinada en misõ y ligeramente hecha a la plancha. Uno de los platos que más me impresiona, es el Shiokara, de calamar fresquísimo curtido en su propio higado con karassumi, una espécie de botarga al estilo japonés de un rojo lindo. El Haramaguri, marisco japonés, con mantequilla de trufa concentrada, también impresiona y nos hace levantar del taburete para reverenciar la innovación. ¡Ahora solo nos queda rezar! Seguro que un poco de espiritualidad en nuestras vidas nos hace bien. A vosotros, si se os ocurre hacernos una visita a Sampa no dejéis de visitar este paraíso en el centro de esta amada ciudad. Nosotros, no necesitamos enfrentar un vuelo de 26 horas con parada en Los Ángeles, pues un buen pedazo de Japón existe en Sao Paulo. Harigato!

Restaurante Kinoshita- Rua da Glória, 168-Liberdade São Paulo Tel: 11 3105 4903