Londres Hace del Cocinero Ferran Adrià un Artista Pop

El Confidencial.

"La primera exposición en la historia sobre un restaurante", se enorgullecía ayer, Ferran Adrià en Somerset House, un espacio dedicado al arte, la moda y el diseño en el centro de Londres. 'ElBulli: Ferran Adrià y el arte de la comida' vio antes la luz en el Palau Robert de Barcelona y llega a la capital británica con su contenido reforzado en dos apartados: la relación del chef con el ya desaparecido artista británico Richard Hamilton y elBullifoundation. La muestra se abre hoy al público y seguirá anclada en este majestuoso edificio en la orilla norte del Támesis hasta el 29 de septiembre. La travesía continuará en Boston y Madrid los próximos dos años.
El final del principio. La exposición arranca con la última cena servida en elBulli, el 30 de julio de 2011, que Adrià y sus colaboradores celebran al son de un vals. "Cuatro fondús. Los últimos platos", avisa el jefe en la gran pantalla que domina la sala de la galería. Un bulldog con el cuerpo trenzado en merengue y un florido collar, obra del repostero Christian Escribà, vigila el espacio. Signo de identidad del restaurante- la dueña original llamaba Bulli a sus dos perros- esta dulce versión canina se creó para esa velada de despedida en Cala Montjoi y acompaña a Adrià en sus aventuras artísticas desde entonces. “No hubiera imaginado que íbamos a parar en un museo”, se admiraba ayer el pastelero.
Escribà continúa el recorrido y se detiene en una vitrina con piezas de plastilinaque parecen golosinas. De formas variadas y en todos los colores del arco iris llevan etiquetas que identifican cada pieza con títulos como "macarrón postre", "ventresca pequeño" o "huevo". "Las hicieron para no discutir", advierte el 'escultor' catalán de pasteles. Según cuenta, los cocineros de elBulli no siempre acertaban en las dimensiones del alimento y estos moldes de plastilina servían de guía no solo de la forma y tamaño del producto final sino también de su colocación en el plato.
Orden y disciplina imperan en el universo elBulli. Adrià ha documentado cada fase de su evolución creativa y muestra al público cuadernos y agendas llenas de listas de ingredientes, técnicas y métodos volcados en su arte culinario. Todo se guarda y se exhibe, desde las notas escolares del futuro chef hasta la carátula de 'Let in Bleed', de los Rolling Stones, con una colorida tarta de varios pisos, que su socio Juli Soler probablemente conserva desde que cerró su local de música décadas atrás.
'El Arte de la Comida' es una experiencia audiovisual. Pantallas del tamaño de una tableta cuelgan de las paredes y proyectan vídeos sobre cómo hacer gelatinas con el proceso de encapsulación y decenas de otras técnicas que colocaron a Adrià en la vanguardia de la cocina. "La comida está presente en las galerías desde hace tiempo. La hemos visto como tópico, imagen o protagonista pero ahora presenciamos la pura realidad. Ferran Adrià es un artista. Es creativo, experimental y tiene una poderosa percepción del espacio", explica Iwona Blazwick, directora de la Whitechapel Gallery, donde el galardonado chef dio una charla el año pasado.
El recorrido culmina en una maqueta a gran tamaño de elBullifoundation, el proyecto que prolonga y multiplica la función del ya clausurado restaurante. Adrià evita calificarlo de museo y prefiere hablar de un "espacio cultural", previsto de inaugurarse en 2015 con el lema "alimentar la creatividad". En esta sala de Somerset House se explican los tres vértices de la fundación para adiestrar a futuros cocineros, profundizar en la investigación y difundir el conocimiento a las masas.
Por una parte nacerá elBulli1846, ese no-museo fundado bajo el principio de la sostenibilidad ecológica y en principio también financiera que su creador considera "un legado al país". A su vez, surgirá el Bulli DNA, una plataforma de divulgación por Internet y la Bullipedia o foro de 30 profesionales de distintas esferas que trabajarán juntos ocho meses al año y difundirán en el ciberespacio los resultados de sus investigaciones. Adrià ayer no cabía en gozo de ver por primera vez los tres ápices de su extraordinario sueño representados en una galería de arte.