Crónicas del día a día: EUROPA, INCREMENTA SUS NOVEDADES

Si bien esta casa, sita en Pamplona, en Espoz y Mina, 11, con el teléfono 948221801, tiene una retahíla de especialidades, unas fijas y otras que entran y salen de carta a tenor del mercado o de las ocurrencias de Pilar Idoate, conviene dejarse seducir por las flamantes incorporaciones a carta, que en los últimos tiempos han sido muchas más que lo que venía siendo costumbre. Esa combinación entre las propuestas tradicionales (pimientos a la plancha con panceta, cardo con jamón, callos con morros, etc.) y otras más novedosas es la más apropiada para configurar el menú ideal.
Vamos con nuestra última comilona. El aperitivo, una crema de alubias negras con morcilla desmigada y un trocito de chistorra empanada con un aro crocante, alumbra la tónica general de cualquier cuchipanda que se pueda llevar a cabo en este concurridísimo restaurante: refinar, aligerar y vestir de gala valores y condumios intemporales. La vieira, magnífica de calidad, jugosa a más no poder, se sazona con un velo de piquillos, se escolta con unos berberechos y se dispone sobre una delicada vichyssoise templada, configurando un conjunto inmaculado, armónico y algo diferente. El huevo a baja temperatura con trufa negra, jamón vuelta y vuelta, panceta fundente, diminutos tomatitos asados, arroz inflado al azafrán y alguna que otra cosa más constituye un exuberante despliegue de elementos regios. El risotto, arroz sería más apropiado llamarlo, con cigalas, pulpo y otros frutos de mar, empapado en un consomé de cigalas, resulta riquísimo y en verdad suntuoso; se sitúa por encima del bien y del mal. Las lechezuelas o mollejas, salteadas y encebolladas con un toque de pimiento verde, se disponen como complemento de unas opíparas papitas de lechal, cuya gelatina se pega en los labios, impregnadas de su caldo ilustrado con choriceros, chorizo y demás sabrosuras...el sentir y la identidad navarra en efusiva expresión. Y el helado de cacahuete, que nunca alcanzara la excelsituz de uno de almendras o avellanas, con juliana de fresas y en compañía de unas trufas con velo y gelée de cava, resulta cuanto menos divertido e informal.
En definitiva, placeres muy humanos en alguna medida divinizados.

FOTO: Vieira con berberechos, velo de piquillos y vichyssoise