¿Você aceita um cafezinho?

Esta es la clásica pregunta que te hacen 4 o 5 veces al dia en cualquier lugar de este país. Y es que el café hace parte de la vida cotidiana del brasileño, en todo momento a toda hora. ¿No es un gustazo que entres a una tienda a comprarte unos tejanos o que estés en la sala de espera del médico y te ofrezcan un “cafezinho”? ¡Es la bebida más popular del mundo, querida y amada por todas las clases sociales! aunque originaria de Etiopía, la planta fue cultivada por los árabes. Parece ser que un pastorcillo de la época enriquecía su rebaño con una dosis extra, una pequeña fruta roja, el grano de la felicidad. Un monje que observaba la escena, se quedó estupefacto al saber que la fruta era la responsable de la buena disposición de aquellos animales. Impresionado con la alegría de las cabras no dudo en llenar su mano de un puñado de frutas y correr al monasterio donde antes de la oración nocturna decidió experimentar. Su cuerpo fue invadido por una agradable sensación, rejuveneció y consiguió orar toda la noche agradecido por el nuevo elixir. Surgió así la nueva formula, la bebida que dejaba a los monjes despiertos durante las rezas y los largos periodos de meditación. Llegó a Europa con el nombre de vino de Arabia en el siglo XIV. En 1544 abren las primeras casas de café en Constantinopla, actual Estambul. Rápidamente pasó a hacer parte de los hábitos europeos y el consumo fue consagrado por famosos artistas como Rousseau, Voltaire, Johann Sebastián Bach y hasta el emperador de Francia, Napoleón Bonaparte fue un gran admirador de la milagrosa bebida.
La llegada del grano a Brasil fue una historia de misterio y romance. Francisco de Mello Palheta, tenía la misión de traer las preciosas mudas de la Guayana Francesa. Enamoró a la esposa del gobernador de Cayena, capital de Surinam y esta tomada por la pasión ofreció clandestinamente una pequeña muda de café arábiga que vino escondida dentro de la maleta del brasileño. Y así fue plantado en las provincias del norte del país, en Río de Janeiro, se expandió al valle de Paraíba, Sao Paulo, Minas Gerais y al norte de Paraná. En 1860 Brasil se convierte en la gran potencia exportadora de café con 26 millones de pies plantados por ricos dueños de haciendas llamados los barones del café.
Hoy en dia empiezan a instaurarse modernas y glamorosas cafeterías, puntos de encuentro de tertulia de la sociedad, un público chic para ver y ser visto. Tipos de café exclusivos traídos de diferentes haciendas, diversidad de especies, características y fragancias, con blends que llevan a una mayor complejidad de sabor y aroma. En fin un mundo al alcance del cliente, que encima puede optar por degustar antes de llevarse el elegido a casa. Tiendas café que ofrecen cursos de barista, “hot spots” donde el cliente se puede conectar a internet wifi a través de su notebook o palmtop. ¡Una de las cafeterías hasta vende la línea de cafeteras Elektra, todo un lujo en este país! Los restaurantes que desean costumizar su café de la casa, pueden. Según estos asesores, después de un estudio minucioso en consonancia con el tipo de cocina de cada restaurante, se puede llegar a una correcta harmonización. Sobre esto podríamos hablar mucho, pero ya considero un gran paso que los restaranteurs se preocupen en tener una carta de cafés de calidad para que una gran comida tenga un final feliz. Yo seguiré consumiendo los “cafezinhos” deliciosos que me dejan más alerta, estimulan la concentración y ayudan a prevenir la depresión. ¿Sabéis que un reciente estudio dice que el café previene enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer? ¿Que más le podemos pedir a este santo grano?