Cocina reciclada en TV

Hay tantos nombres de excelentes profesionales de la cocina y gastrónomos argentinos que podemos recordar, entre ellos Chola Ferrer, Noemí de Moguillansky, María Adela Baldi, el “Maestro” Pedro Stramesi; la amada y admirada Petrona de Gandulfo.
Algunos no tuvimos el placer de conocerlos personalmente pero por medio de sus publicaciones y recetas les rendimos un pequeño homenaje al practicarlas, degustarlas, agradeciéndoles en silencio cuando algo sale maravilloso y rico.
No se puede decir que estén olvidados ya que hoy nos los devuelven las pantallas de la televisión argentina, no ya en “Buenas Tardes, Mucho Gusto” como años ha (programa guionado por mi Maestra imaginaria, Blanca Cotta), sino en un escandaloso ritual de reciclado.
Y es que algunos representantes de la nueva generación de cocina tv que revolotean por las pantallas (y otros no tan jóvenes que revolotean hace años) no dudan en copiar al hartazgo y dejarse seducir por el discurso mentiroso de “ Señoooooora (al mejor estilo Les Luthiers) les traje una receta que les va a encantarrrrr, probé varias opciones pero creo que DÍ en la tecla”, y zácate, aparecen en cámara platos que gritan: “¡Plagio!”.
Lo más molesto es que ni siquiera son creaciones a medias donde pueden aplicar conocimientos propios, versiones, toques personales sino que a veces les faltaría duplicar la presentación fotográfica de antiguos libros donde publicaban las recetas aquellos grandes para ponerle el moñito a tan burda copia.
Muy bien, mátenme si quieren, argumenten que si no fuera por la majestuosa y bien amada copia los argentinos no estaríamos siendo identificados con el dulce de leche que en 1829 una criada del Gral. Rosas inventó sin sospecharlo pero, admitan también cocineros tv, que ustedes pasaron por sendas escuelas de cocina donde -por lo general- dar exámenes finales requiere de la creación de recetas originales para, entre otras cosas, contribuir a la riqueza gastronómica del país.
Un consejo y de paso hacen unos pesitos extra: cuando comience el programa comenten - así como al pasar- que las recetas se las dicta el Sr./ Sra. Internet o alguna tía vieja que colecciona libros de cocina y a otra cosa mariposa, háganse auspiciar por alguna marca de máquinas fotocopiadoras o de almohadas (si es que ésa malita les sopló la idea), y, por último, el asunto se pondría realmente bueno si rescataran debajo del maquillaje el carnet de falsificadores.
Se van a sentir bárbaro (dicen que la verdad libera) pero ojo... no vengan después con que un colega de otro canal les robó la idea, ¿eh?.