El botiquín de los primeros auxilios gastronómicos

En 1994, Juan Mari Arzak me dijo: “No estás médicamente al día. Es más efectivo el Omeprazol que el Almax”.
El sabio comentario se produjo luego de comer, al ver cómo me zampaba un sobrecito de Almax, un antiácido. (Al respecto, circula un chiste entre nuestro gremio: “En tal restaurante me han dado una comida de Almax tomar).
Debe saber el lector que el oficio de periodista gastronómico conlleva riesgos para la salud. Pero no tenemos derecho a quejarnos, después de todo. Efectivamente, pues en el otro plato de la balanza (ahora de diseño) nos espera la joie de vivre y la satisfacción espiritual.
El Omeprazol forma una película que protege el estómago. Es muy recomendable, por ejemplo, para la esofaguitis de etiología gastronómica, y es uno de preparados farmacéuticos que metemos siempre en la maleta. Hay otro, igualmente de cabecera y ligero de equipaje. Se trata de Fortasec, un antidiarreico muy práctico. Con dos cápsulas de ingesta inicial, se puede pasar de la diarrea más terminal (equiparable a la de Michel Piccoli en “La grand bouffe”) al estreñimiento. Un médico gastrónomo suele decirme que el jamón de bellota-bellota, muy escaso, pues no hay suficientes bellotas para tantos cerdos, es tan rico porque este fruto de la encina o del roble es muy astringente y por tanto el puerco apenas pierde sustancia con sus defecaciones.
Para los casos de infecciones gastrointestinales de carácter bacteriano, porto siempre conmigo Septrin, un eficaz antiséptico. Hace muchos años consumía Sulfintestín, un clásico, cuyo recuerdo me pone melancólico ahora mismo, porque mi madre me disolvía la pastilla en un vaso de agua del grifo, cuando aún no tenía sabor a barro o cloro.
Con este botiquín de primeros auxilios gastronómicos, uno se encuentra bastante amparado cuando viaja de un lado a otro
Cuando nos reunimos la gran y diversa familia de la cocina y la gastronomía, aquí, allá o acullá, siempre intercambiamos informaciones acerca de las novedades recientes, ya de venta en las farmacias, que hayan perfeccionado los susodichos fármacos gastronómicos. ¡Loor y prez para ellos!