Mucho más que eso

Le siguen la corriente al mandamás porque en poco tiempo son capaces de descubrir su temperamento y si no está de buen humor... a silbar bajito se ha dicho.

Preparan, miran, hacen, ordenan, lavan verduras, ollas y sartenes, moldes y placas de horno, tienen sumo cuidado con cuchillos ajenos y nunca se meten en el espacio sagrado del que manda.

Baten, mezclan y condimentan, respetan que el agua no toque el recipiente en el baño maría y deshuesan con agilidad mientras controlan el horno; sin embargo, a pesar de que por sus manos pasan mariscos, masas, cremas y delicadas salsas, esperan siempre la aprobación del maestro para que les confirmen los minutos exactos de un huevo duro.

Llamados comúnmente asistentes o ayudante de cocina, casi siempre están de buen humor, las llamadas de atención no los cohíben y las ganas de saber les genera ansiedad.

Miran mucho, preguntan poco y saben mentir con convicción cuando meten la pata.

Preparan la lista de mercadería para el día siguiente, casi no se olvidan de nada y controlan cada hoja marchita y cada gramo de harina cuando aparecen los proveedores con sus canastos, bolsas y cajones.

Defienden e hilvanan rejillas y repasadores entre su ropa de trabajo para no quemarse los dedos pero se siguen quemando. Con la lista de ingredientes en la mano preparan al infinito mise en place a pesar de saber las recetas de memoria y siguen trabajando fuera del horario de trabajo hasta quedar conformes.

Cobran en negro con el pretexto de los ‘días de prueba’, a veces trabajan para ésos energúmenos llamados dueños que nada saben del respeto por las personas y la cocina, que nunca en su vida prendieron una hornalla y que sólo se dejan ver entrada la noche dando órdenes que nadie entiende y apurados por retirar la recaudación.

Si asisten a algún cocinero en sus clases, no sólo se ocupan de él/ella sino de las necesidades, dudas, equivocaciones y aciertos de todos los alumnos, hablando, sugiriendo, opinando, insinuando, colaborando y maximizando la imagen del gastronómico de renombre.

Y mucho, pero mucho más que eso.