Visita a Troisgros

EL PAÍS.
Conviene no confundir Roanne con Rouen, dos ciudades de parecida pronunciación francesa que no solo distan cientos de kilómetros, sino que ofrecen atractivos diferentes. Mientras que la segunda es conocida por su proximidad a Normandía, la primera, nuestro destino, es una "Michel Troisgros"    ciudad modesta y tranquila cuya mayor baza es el gozo de lo cotidiano. Con unos 35.000 habitantes y situada en plena meseta francesa, Roanne sirve de agradable lugar de reposo y punto de partida para excursiones muy agradables.

8.00 Dulce desayuno
Las mañanas suelen ser húmedas y algo plomizas, reflejo directo de un paisaje verde de tupidos bosques y prados. Pero que nadie se inquiete, el sol suele aparecer a lo largo de la mañana. Un bálsamo de alegría que ilumina las calles de la ciudad, amurallada durante la Edad Media. Dos opciones de alojamiento nos llevan a la estación de tren (1): el hotel Termibus y Le Grand Hotel (www.grand-hotel-roanne.com), ambos en la Cours de la République. Desde aquí, el centro urbano queda de espaldas y con el río Loira como límite. Tomamos un café en una terraza, por ejemplo en la del Bar du Lycée (2), en la calle Charles de Gaulle. O nos saltamos el protocolo de desayuno sentado, compramos una crepe o unpraluline, el dulce típico. Este bizcocho de inocente aspecto fue creado en 1955 por el chef Auguste Pralus, que cedió a su hijo una franquicia con cinco establecimientos repartidos por Francia, uno de ellos en el centro de Roanne (3). Su masa es una mezcla suave de mantequilla con nueces y su crujiente superficie está poblada de unas almendras glaseadas de color rosa cuyo tostado da la impresión de que se trata de pistachos. Después de elegir la opción más afín, lo suyo es deambular hasta la plaza Jardín des Remparts y la iglesia de Saint Etienne (4), del siglo XIV. Su remozada fachada contrasta con algunos edificios antiguos en la misma plaza y con el aire decadente del antiguo hotel L'Ancre (5), situado en la calle Château. Sin salir del centro histórico, nos dirigimos al Teatre a L'italienne (6), el teatro municipal construido en 1883 e inaugurado con una representación de El barbero de Sevilla, de Rossini. A pocos metros se encuentra la librería Plénitude, que ofrece novedades junto a libros de segunda mano y películas de autor rebajadas en un espacio familiar con charla y buena música asegurada.
10.00 Sarcófagos junto al Loira
Caminamos hacia el río. El Loira atraviesa la ciudad cerca de su caudaloso nacimiento y ofrece varios senderos. Antes, se puede pasear por el pequeño puerto de Plaisance (7) y aprovechar para echar un vistazo al establecimiento que los artesanos de queso Mons (procedentes de esa localidad belga) tienen en el mercado de Halles Diderot (8). Allí, uno se puede aprovisionar de lácteos y quesos, desde los más cremosos hasta los curados, pasando por los aromatizados con diferentes especias. Ahora sí: el Loira. Caminando por el margen derecho, hacia el camino delMaréchal Leclerc, uno atraviesa el puente Coteau, a pocos kilómetros del lago Villerest (9). Desde allí se puede observar a los pescadores en busca de truchas y volver al asfalto para visitar el Museo de Bellas Artes y Arqueología de Joseph Déchelette (10). La casa, dedicada a la colección del arqueólogo roanés, contiene toda clase de objetos que proyectan la pasión de esta figura de la ciudad. Desde sarcófagos o momias egipcias originales y máscaras africanas hasta muestras de creaciones vanguardistas de artistas de Roanne.
13.00 Un menú de 30 euros
Pero si algo distingue a Roanne es el mítico restaurante Troisgros (11) (www.troisgros.fr), con tres estrellas Michelin desde 1968, lugar de peregrinación de gourmets de medio mundo. La casa fue fundada en 1957 por los hermanos Jean y Pierre Troisgros (cuyos padres ya tenían restaurante en Roanne), dos destacados cocineros de la nouvelle cuisine francesa. En 1972, la revista Gault Millau definió el Troisgros como "el mejor restaurante del mundo". Hoy es Michel Troisgros -hijo de Pierre- el encargado de los fogones, donde los productos locales de temporada reciben a veces toques exóticos. El menú del mediodía cuesta 100 euros. La versión asequible de la misma casa se encuentra justo al lado y se llama Le Central, donde uno puede disfrutar de la mejor gastronomía francesa por unos 30 euros.
15.00 A veinte minutos
El acervo popular sostiene que Roanne es la segunda ciudad de Francia con mayor número de peluquerías por habitante, después de París. Si su interés sociológico no llega a probar uno de estos lugares de estética y prefiere quedarse con sus monumentos, lo más acertado es realizar una excursión a la cercana localidad de Charlieu (12). Una pequeña villa situada a unos 20 minutos que se caracteriza por la abadía de Saint Fortunat. Un complejo benedictino fundado en el siglo IX que acoge un extraordinario claustro, un bonito patio central y un pequeño museo semicavado en el sótano con esculturas religiosas y un simbólico olor a húmedo y añejo.
19.00 Picoteo o cine
A esta hora existe la posibilidad de comer algo reposado para preparar la noche o decantarse por un picoteo y acercarse, por ejemplo, a ver una película. Para lo primero, Le Ch'ti Duo (13) oL'Escargot Brasserie (14) permiten una equilibrada mezcla entre lo informal y la buena mesa. El segundo plan tiene como referencia L'Espace Renoir (15), un cine de aspecto austero y remembranzas soviéticas que ofrece películas en versión original en unos pases continuos que obligan a esperar en la entrada de la sala hasta que los espectadores anteriores la abandonen.
23.00 Trío de noche
Roanne dista mucho de ser una ciudad nocturna. Su actividad de ocio no tiene nada que ver con la cercana Lyon o con la universitaria Clermont Ferrant, donde la mayoría de estudiantes de la ciudad pasa esta etapa educativa. Sin salir de Roanne, las opciones más populares se concentran en el Old Dirty Pub (16), bar con un estilo irlandés adaptado a los gustos franceses y animado con música rock, y La Soleada (17), pequeño espacio atenuado por luces suaves que sirve tapas en un ambiente chill out. La guinda, sin duda, la pone el Satellit Café (18). Una sala apartada del casco urbano que programa conciertos de jazz por las noches y clases de baile durante la semana. Una atmósfera bucólica y la amabilidad de sus dueños hacen que congregue a un nutrido grupo de gente.
Roanne, un páramo que para las poblaciones aledañas es sinónimo de señorío y algo de pose, no busca la veneración desmesurada, sino dar, simplemente, lo que promete: tranquilidad, buena comida y agradables paseos.