CONGRESO DE VITORIA: ¿SOMOS REALMENTE LA PRIMERA POTENCIA DEL MUNDO?

En Zaldiaran, del 20 al 23 de abril, durante, XV Congreso Nacional de la Cocina de Autor oficiaron algunos de los mejores chefs de Italia, Holanda,
Alemania y Rusia. Y no lo hicieron peor que los españoles; en absoluto. Dentro del altísimo nivel demostrado por Jonnie Boer, Quique Dacosta, Anatoly Komm, Dani García, Carlo Cracco y Martín Berasategui, si hubiese que señalar el “primus inter pares” de los festines, no dudaríamos en destacar el oficiado por el teutón. ¿Cuántos cocineros hay hoy en España mejores que Joachim Wissler, del restaurante Vendôme? . No nos creamos que somos los mejores del mundo, porque ni lo somos, ni interesa creerlo por higiene intelectual. Recordemos a dónde les ha llevado a los franceses tanto egocentrismo, tanto chauvinismo. A perder el monopolio de la gastronomía mundial. El día que no nos lo cuestionemos todo, entre otras razones porque hay factores que se sitúan por encima de la gastronomía, como va a ser el futuro económico español, nos vamos a ir a freír espárragos. Necesitamos vivir en el inconformismo. Ese inconformismo que nos ha hecho pasar de parvularios – eso éramos respecto de los galos en la segunda mitad de los ochenta – a los “primeros de la clase”, sobre todo conceptual y técnicamente.
Estamos de acuerdo que hemos avanzado muchísimo. Pero no hemos llegado a tener la hegemonía mundial que tuvo Francia. Preponderancia que ni es de desear, entre otras razones, porque el mundo hoy es global. Tampoco hemos logrado implantar nuestra cocina en el mundo como lo han hecho en silencio y con verdadera humildad los japoneses. El fenómeno Ferran Adrià, el mejor cocinero de la historia, destosiona en alguna medida la imagen. Sin el fenómeno Adrià en ¿QUÉ? lugar estaría considerada la culinaria española. Esa es la pregunta.
Estamos ahí, entre los más grandes, con muchos chefs estelares, pero está por solidificar la expansión. ¡Ojo Avizor! No nos vaya a ocurrir lo que le ha sucedido a la economía española. Se impone afrontar una nueva etapa, que esta por definir, para consolidar el presente y garantizar el futuro. No es oro todo lo que reluce.