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Bens d´Avall Club de Mar


Benito Vicens
Pays: España
Localité: 07015 Palma de Mallorca (Mallorca).
Adresse: Muelle de Polaires, s/n.
(+34)971405768.
Jours de fermeture: Julio y agosto: sábados y lunes mediodía y domingos todo el día. Resto del año: domingos y lunes todo el día.
Prix à la carte: 40/55 €
Prix menu de dégustation: 30 y 38 €


Benito Vicens se amolda a los tiempos que toca padecer y ha optado por instalarse en Palma, manteniendo el restaurante de Soller, abriendo un restaurante posibilista en un sitio privilegiado, en el Club de Mar, desde el que se contempla una preciosa panorámica sobre el puerto. La ubicación, los precios, la informalidad y el saber hacer de este magnífico cocinero han determinado un fulgurante éxito. Bocados tan populistas y efectivos como las croquetas caseras de pollo y bacalao con chips, los buñuelos de jamón ibérico y espinacas, el jamón con coca de cristal, aceite de oliva y tomate de colgar, entre otros, cotizan a unos 5 €, por lo que el dinero no representa ningún problema. Junto a cosas tan sencillas hay propuestas más elaboradas, algunas han hecho historia en la casa madre, como el celebérrimo tartar de gambas rojas con rúcola y pesto, que sale inmaculado, mostrando el marisco toda su manjarosidad, con unos toques en los realces que delatan la proverbial mano del artista. Otra receta que lleva años triunfando es la fideuà de calamar y sepia mallorquina gratinada con alioli ligero, en verdad delicada y a la vez suculenta, por los aportes de los cefalópodos y de la salsa, que dan vida a unos fideos ciertamente finos. El pescado del día, en muchas ocasiones Cap Roig o Escórpora, con arroz meloso de pescadores al azafrán y lascas de calabacín, además de hierbas, no puede ser más auténtico y convincente; con el sello de un gran cocinero, que acierta en el punto, tanto del pescado como de la gramínea, en la jugosidad y en el gusto. Dos estupendas carnes que han contribuido al prestigio de Benito Vicens, el cordero mallorquín a la camomila y la pequeña lechona, que vuelve a lucir con orgullo el origen de la isla, asada, fundente y crocante, que aparece rellena de un sofrito de verduras, que preserva la suculencia de sus carnes a la par que la impregna de matices, los que aportan los vegetales. Hasta aquí, como hemos dicho, lo más logrado y siempre deparando placenteras sensaciones arraigadas.
Claro que hay otras fórmulas que sobrepasan el territorio pero que siempre evidencian la cultura Mediterranea. Es el caso de la sutil, refrescante y aromática sopa de sandia, tomate y albahaca, para abrevar, enriquecida con gambitas y vieiras. Con acento francés en este caso unas exquisitas flores de calabacín con expresiva brandada de bacalao. El pollo campero a la lionesa deja un buen sabor de boca, siendo copioso y contundente. El solomillo con ñoquis de patata y zahorias a la crema, con notas de trufa, es otro guiño al público internacional que visita Mallorca y el restaurante.
Entre los postres, colosal la versión de la piña colada.
Un bistrot con hechuras de alta cocina y el saber hacer del mejor cocinero autóctono que ha tenido y tiene Mallorca.