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Casa Juan

Emilia Belmonte
Emilia Belmonte
Pays: España
Localité: 03130 Santa Pola (Alicante)
Adresse: Avda. de Granada, 8
mapa
(+34)966693495
Jours de fermeture: De 12 de noviembre al 18 de marzo, cierra de domingo noche a jueves. El resto del año: los lunes
Prix à la carte: 30/60 €
Prix menu de dégustation: 25 y 30 €


  • Calamar a la Plancha
  • Calamar a la Plancha
  • Ensalada de Tomate y Aceitunas con Salazones: Huevas, Mojama y Atún
  • Ensalada de Tomate y Aceitunas con Salazones: Huevas, Mojama y Atún
  • Croquetas de Sepia
  • Croquetas de Sepia
  • Boquerones Rellenos con Pisto
  • Boquerones Rellenos con Pisto
  • Pescadillas de Enroscar Fritas
  • Cariocas Fritas
  • Arroz con Cazón y Sepionets
  • Arroz con Cazón y Sepionets
Un restaurante de producto y de cocina popular en el que se come sencillo, auténtico y francamente bien. En la sala un tipo con mucha gracia y buen ojo clínico, Juan Guillén, personaje que logra conectar con los gustos del comensal. En los fogones una señora de esas que ya no quedan, Emilia Belmonte, guisandera que oficia como manda la Santa Tradición, si bien actualizando los puntos de cocción y aligerando las salsas, por influencia de su hijo, Emilio Guillén, joven chef que está formándose en diferentes restaurantes: Martín Berasategui, El Celler de Can Roca, etc.
Por tanto no hay que buscar grandes alardes. Las picaditas son magníficas en su género costumbrista: tomate rallado, alioli y hasta garum. La ensalada de tomate y aceitunas con salazones: huevas, mojama y atún, volvió a resultar apetitosa en su elementalidad. Otra nimiedad espléndida: las croquetas de sepia, cuya bechamel negra no podía estar más delicada y nítida, con un una costra crujiente de una fragilidad pasmosa. Los boquerones, dos piezas frescas abiertas en libro, una encima de otra, desespinadas y en su lugar rellenas de pisto, adornadas las anchoas con anillas de cebolla enharinadas y fritas, no podía estar más gustosas en su género.
Otro bocado impecable, este natural al 100%: pescadillas de enroscar levemente enharinadas y justo fritas a fuego muy vivo, con costra exterior y casi al punto rosa junto a la espina. Por si la filosofía no estuviese bien clara, quedó evidente con el calamar a la plancha, que no puede ser más fresco y mejor tratado, mostrando un sabor inmaculado y una textura atlética, simplemente realzado por una vinagreta caliente que refrenda gustos intemporales: aceite, limón, jugo del cefalópodo… de atracón.
Y pecamos de gula con el arroz negro de sepionet, cazón y ajos tiernos, ciertamente sabroso, generosamente enriquecido con tropezones y muy sueltos los granos, que sin estar al dente, salieron con una consistencia que gusta a todos. A lo dicho, pese a que el festín fue copioso, nos metimos un segundo platazo, mientras dábamos vivas a esta fenomenal cocina casera.