6,5

Finca Torremilanos


Croquetas de Jamón
Nazionalita: España
Localita: 09400 Aranda de Duero, Burgos
Indirizzo: Finca Torremilanos, s/n
(+34)947512852
Chiusura:: No cierra
Prezzo: 35/45 €
Menu di degustazione:


Al lado de A1, en el palaciego marco de Finca Torremilanos, se encuentra este majestuoso Castillo ubicado entre viñedos y rebosante de jardines, que dispone, además de la bodega, de un lujoso hotel y este magnífico restaurante.
La carta es eclíptica y responde a todo tipo de gusto, pues la clientela es muy variada y diversa. Platos como los tomates confitados y escrupulosamente pelados rellenos de vieiras, txangurro, almejas y panceta, sobre una crema de queso, o el arroz con bogavante, dejan patente la formación y el estilo del chef, Delio Larrañaga, que brinda un estilo un tanto evolucionado dentro del academicismo señorial. Tiene su público, aunque nosotros nos decantamos por la cocina popular de gran raigambre, la más llana, en la que alcanza una gran nota.
Excepcionales las croquetas. Tanto por la nobleza de los ingredientes que les dan sabor como por la técnica. Pequeñas, con una costra muy delgada y frágil, crujientes, tras las que corre una bechamel ligera y refinadísima, inmensamente removida. Repetimos, unas croquetas delicadas y netas, como muy pocas se puedan comer en el país.
Otro timbre de gloria de la casa es la morcilla de arroz, que se fríe intensa y brevemente, de manera que queda crocante por el exterior y muy jugosa en el centro, saturando de ricura el paladar, en la grata compañía de unos pimientos rojos asados y sudados. Procedente de la misma carnicería el chorizo, que se cuece en cava, cava de Torremilanos, que ayuda a desgrasar y aporta una sensación de frescor, sin que minimice el carácter del embutido, que se manifiesta en plenitud. Las mollejas de cordero salteadas con perfumes de ajo y perejil mantienen la buena tónica que caracteriza a las propuestas típicas, sustentadas en selectos productos a los que se les sabe sacar todo el partido, mediante el empleo de inteligencia. Es el caso del lechazo, que responde a la fama de los asadores arandinos, de carnes suculentas y mantequillosas, bien empapadas de sus jugos, con una atractiva piel dorada y crujiente. Siempre que se vaya a solicitar, aquí y en cualquier asador, hay que reservar y señalar que se va a comer y a qué hora. Es la garantía para que el cordero esté en su punto.
También tiene gran predicamento el cochinillo, asado al más puro estilo castellano, que refrenda con lo que nos sentimos plenamente identificados.