Antonio Fraguas “Forges” con mucho humor en Bilbao

Tengo mucho amor y muy poca paciencia para la cocina

El gran humorista gráfico Antonio Fraguas “Forges” ha pasado recientemente por la capital de Vizcaya, donde ha recibido un homenaje en las Primeras «Jornadas de la Risa de Bilbao», organizadas por el escritor Juan Bas en el año de gracia 2010.
Forges ha publicado sus viñetas en las más importantes publicaciones periodísticas: El Correo, Pueblo, Diario 16, El Mundo, El País; Diez Minutos, Hermano Lobo, Por favor, Interviú, El Jueves, Lecturas… También ha hecho cine y radio. En la actualidad, colabora con Pepa Fernández en «No es un día cualquiera» de Radio Nacional.
  Forges nos cita en un salón del Hotel Carlton de Bilbao, donde se pasea estos días lo más selecto del humor universal: Tom Sharpe, Martin Amis, Felipe Benítez Reyes. Nosotros queremos entrevistarle por una razón igual de placentera que hacer risas, pero que le aportará más calorías: el dibujante participa por primera vez en el Congreso Internacional lomejordelagastronomia.com de Alicante.
— Lo principal en este Congreso Gastronómico es pasarlo bien y después conocer cosas interesantes de Física, Química, Filosofía y Contabilidad de la Nueva Cocina.

La figura de Forges es tan popular que hace innecesaria su descripción física, aunque en Bilbao nos lo hemos encontrado con un look distinto al habitual. Lo primero que ha hecho el humorista madrileño al llegar al botxo ha sido mimetizarse con el paisanaje calándose una boina. Una txapela que le confiere, junto con la barba blanca que se ha dejado ahora, un aire entrañable. Pero no hay que fiarse. Tras este aspecto bucólico de abuelo bilbaíno de Heidi se oculta un cocinero impaciente capaz de quemar la casa para hacerse un huevo frito.
— Para mí la cocina es la cocina del hombre como catástrofe. De ese hombre que entra por primera vez a la habitación donde está el frigorífico cuando todos se han marchado de vacaciones y se le ocurre entonces ponerse a cocinar.

La cocina es un lugar común del repertorio temático de Forges: el ojiplático en llamas que enciende la hornilla y prende el cerro de ropa amontonada frente a la lavadora; los comilones despanzurrados por el suelo alrededor de una paellera de fiesta, que culpan al ali oli de su indigestión…
— Ése del fuego soy yo y ese otro de la paella también soy yo.

El dibujante revela que se toma a sí mismo como modelo de sus viñetas de tema culinario y que su concepto de la cocina se opone al de todo el mundo.
— En cocina, lo primero es paciencia y lo segundo amor. Para mí es al contrario. Es decir, yo me sé toda la técnica culinaria pero estoy incapacitado para cocinar cualquier cosa que requiera un mínimo de tiempo. Por eso solo puedo inventar. Yo soy el creador de platos como la tortilla con arroz, del que no habrás oído hablar porque todavía no he hecho pública la receta. Solo la he cocinado una vez que se la dí a comer a mis hijos, quienes todavía no me lo han perdonado.

— ¿Y cuál es su comida favorita?

— Yo soy muy educado y me como siempre todo lo que me ponen aunque no me guste. Pero si tengo que elegir una, me quedo con las verduras.

La conversación resulta muy agradable con Forges, que espera nuestras preguntas con una ceja levantada, como el que cliente que escrutina al tendero que diserta sobre la frescura de una merluza desde su puesto del mercado.
— ¿Cuáles son los restaurantes preferidos de Forges?
— Donde se coma bien. Me gusta la cocina tradicional y también la moderna, aunque mis restaurantes preferidos son los que incluyen verduras en la carta.

Entonces Forges debe encontrarse hoy muy contento. Viene de almorzar en el Restaurante del Museo Guggenheim, donde Josean Martínez Alija hace la mejor cocina vegetal del mundo. El artista enumera entusiasmado los platos que ha comido. Uno los oye evitando escucharlos, por un honrado temor a acabar como el perro de Paulov.
— Tomatitos cherry rellenos de jugo de albahaca, Berenjena con pan de hogaza empapado en fondo marino y vino tinto, Endibias confitadas a baja temperatura… Estaba todo buenísimo.

La conversación se remonta ahora a la mili de Forges. En el hilo musical, suena para la ocasión una melodía de Julio Iglesias a modo de banda sonora; entretanto, el novelista Martin Amis se ha sentado en un sofá enfrente de nosotros, pero no para atender a nuestra conversación sino para conceder una entrevista.
— Yo fui cabo furriel en el Batallón de Artillería y te puedo asegurar que la calidad de las materias primas era extraordinaria. Recuerdo las merluzas gigantes, excelentes, pero desastrosamente fritas, porque los cocineros eran unos aficionados. Aunque no todos. Ferrán Adrià, por ejemplo, se hizo cocinero en la Mili.

El dibujante hace esta afirmación mientras teclea algo en su teléfono movil. Transcurridos unos segundos, me muestra la imagen del marino gourmet Ángel Liberal Lucini. Almirante de la Armada Española y Jefe del Estado Mayor de la Defensa que tuvo en las cocinas de la Capitanía General de Cartagena, cuando estos cumplían el Servicio Militar, a Ferrán Adrià y Fermí Puig del Drolma. Forges recibe ahora una llamada en ese mismo teléfono con Internet y se pone a dictar neologismos:
— Persona muy bruta y muy tonta: energúmemo; persona a la que le gustan las manos: manómano; dominguero de parajes nevados que deja todo perdido de desperdicios en sus excursiones: agorrinable hombre de las nieves

Tras un rato incrementando el léxico, Forges se despide, cuelga el teléfono y se disculpa: Era para una colaboración de la radio. Antonio prosigue ahora el relato interrumpido de sus historias de la Mili con la hazaña de la alfabetización de un regimiento de gitanos, que no sabía leer ni escribir.
— … Y entonces ellos, en agradecimiento, me enseñaron la mejor receta para comer patatas al horno, que te la voy a dar ahora mismo: fríes una sartenada de pimientos y reservas el aceite. Cortas unas patatas en cruz y las metes al horno. Cuando estén, las rocías con ese aceite frío y luego me dices qué te parece. Es la mejor receta para comer patatas al horno que existe en el mundo.

Para Forges, la cocina está llena de mitos que hay que abolir. Uno de ellos es el de las cebollas lacrimógenas. De la que también va a darnos la correspondiente ténica que evita las lágrimas y que pique:
— En Vilajuïga, en el Ampurdán, existe un cocinero de la familia de los Maricanes que tiene un tratamiento para la cebolla revolucionario. Se pela y limpia bien la cebolla, se envuelve en una servilleta de tela bien anudada y luego la tiras contra la pared hasta romperla. La cebolla, digo. Después, la troceas con las manos sobre la ensalada. Así, ni pica, ni te hace llorar, salen todas dulces.

Forges toma la iniciativa de la entrevista para revelarnos generosamente todos los secretos de la cocina española.
— ¿Te gustan las anchoas? Pues te voy a decir el sitio donde mejor hacen las espinas. Es en el Restaurante del Hotel Ampurdán de Figueras: se mojan en leche y se fríen en aceite arrebatado. Exquisitas.

La mención de este establecimiento donde bordan la última receta mencionada nos revela que el genial humorista es un gourmet oculto con muy buena memoria gastronómica. Se trata nada menos que del mítico Motel Empordá, fundado por Josep Mercader, pionero de la frustrada revolución culinaria catalana de los años 60. Y cuya obra es continuada ahora por el chef Jaume Subirós.
Forges se dispone a revelarnos otro de sus secretos culinarios cuando una voz de mujer le dice cariñosamente: Antonio, por favor: que es viernes, que son las ocho y media de la tarde y que el periodista se querrá ir a su casa. Es la escritora cordobesa Pilar Garrido, esposa del dibujante. Juntos acaban de publicar a dúo el libro de memorias La postguerra vista por una particular y su marido, que está ilustrado por Forges. Y al que desde aquí le deseamos un gran éxito de lectores.

Fernando Sánchez

Bilbao, 24 de septiembre de 2010