Abuelas y nonas. De antes y de ahora

A veces nos preguntamos porqué en la cocina de nuestras abuelas se armaban tremendos platos y uno ni se daba cuenta.
Otras, porqué –y a pesar de eso- las recordamos las 25 horas del día con gesto amable, incluso cuando algo les salía mal.
Pero, tampoco olvidemos que siempre existieron anécdotas incómodas donde se podía vislumbrar algo fuera de regla, un rol (sumiso?) encubierto que estallaba cuando el abuelo señalaba alguna falla cocineril de la pobre nona y ella, sonrojada y nerviosa desaparecía como por arte de magia del comedor.

¡Liberen a las abuelas!

Después de un modesto relevamiento, se cae en la cuenta que todas las abuelas adoran cocinar ... pero sólo en nuestra imaginación.
Y sí, no hay vuelta que darle, por más que uno se resista, es hora que caigan los mitos. (Como si esto no fuera suficiente, también descubrimos que la mayoría no tiene cabello blanco y ojos celestes, no usan pollera y tampoco delantal con volados).
En fin, quedan dos caminos, apropiarnos de una frase muy sabia que aconseja “sólo a costa de cierta ignorancia experimentamos la felicidad”; el otro más decente: recurrir a la fuente, o sea, a las abuelas.

Abuela: del latín aviola, diminutivo de avia

_ Abuela de cuento: cara extremadamente bondadosa, ella sí usa delantal con volados y llegó al Nirvana cuando reunió a toda la familia (unos veintipico y más) preparando ravioles de seso y cebolla.
Para ellas valen los títulos tales como: ‘La casita de la abuela’, ‘El rincón de la abuela’, ‘Los secretitos de abuela’, ‘Consejos de la abuela’... abuelita dime tú, la granja de la abuela, etc etc. Su cara o silueta es utilizada comúnmente con fines comerciales.

_ Abuela sin cuentos: adora a toda su descendencia y en Navidad les regala a sus nueras los elementos para que repitan la receta del pan dulce que hicieron el año anterior.
Receta y consejo: “Guarden todos los días unas moneditas y con lo que junten, vayan a una librería y elijan una completísima enciclopedia de cocina; regálensela a... ¡¡ alguien que los visite con frecuencia!!”.

_ Abuela seis hornallas: todo en ella tiene relación directa con la cocina. Teje agarraderas al crochet para asir las cacerolas regalo de su casamiento que protege con el papel de diario cuidadosamente doblado cuando desenvuelve la docena de huevos que compró para hacer un solo bizcochuelo...
Receta y consejo: “Para tejer al crochet las agujas de acero son las mejores, el acero inoxidable queda reluciente si frotamos la pieza con una mezcla de bicarbonato y jabón blanco, si sus ollas son de aluminio, puede remover las manchas hirviendo una cucharada de vinagre blanco por taza de agua; para saber si los huevos que compró son frescos, sumérjalos en agua, si flotan, tírelos ah! una de las 300 recetas de bizcochuelo que existen se hace así: bata 400 grs de azúcar con 12 huevos, una vez que alcance el punto letra (cuando dibujamos sobre el batido con la pasta y el trazo no desaparece) agreguen suavemente 400 grs de harina y cocinen en horno tibio”.

_ Abuela sin hornallas: no la encontramos en la cocina, puede estar en el jardín, jugando a las cartas y tomando mate con vecinas, amigas y el novio de la nieta que le cuenta los mejores chistes.
Receta y consejo: a la hora de la siesta el truco o la canasta se disfrutan mejor con un anisado o algún licor de fruta. No confundir la siesta con la tarde, que es la hora del mate o el té. Su mejor aliada a la hora de jugar a la canasta es la abuela sin cuentos, quién se ocupará de que la provean a tiempo de una rica torta.

Lo escrito...

Muchas de las abuelas-nonas comentan que fueron muy importantes para ellas las publicaciones que se editaban cuando daban sus primeros pasos como amas de casa. Algunas recordaban que las “sugestiones” o consejos que se brindaban allí, iban dirigidas a mantener el confort del hogar y la familia, por sobre todas las cosas.
Es así que aquí se reproduce parte del prólogo de un libro de cocina de 1930.

“Influencia de la buena cocina:
Sin reflexión, ninguna ama de casa vigilará diligentemente el decoro y confort de su casa, ni cumplirá los mil deberes que impone la buena administración del hogar.
Los hombres enfermos y desgastados a causa de la torpeza, desidia o mal gusto de una cocinera que no sabe excitar el apetito con manjares oportunos, fracasan, descuidan sus negocios, malgastan su dinero y se inferiorizan moral y económicamente”.
Mil Fórmulas de cocina “La Negra”
Buenos Aires, 1930, XIII Edición