En extremo aromático y a la vez de una extraordinaria delicadeza, como es característico en los aceites sicilianos, con recuerdos nítidos herbáceos y de hojas de tomate, que reproducen sensaciones vegetales muy frescas y seductoras. En boca se explaya, y de qué manera, la fruta, con tonos ácidos y, sobre todos, amargos, expresados con mucha sutileza. Le distinguen la elegancia, el equilibrio y la redondez, si bien se atisba el picante. El retrogusto reproduce la aceituna, la alcachofa y el tomate, mostrando viveza y complejidad.
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